El arzobispo de Concepción, monseñor Fernando Chomali, fue uno de los actores clave para destrabar la primera movilización ocurrida el año pasado en la Mina Santa Ana de Curanilahue. Un conflicto que lo acercó a los trabajadores y sus familias, con quienes espera reunirse en los próximos días.
Hoy ve con preocupación la protesta que se desarrolla en el yacimiento e insistió en sus críticas a la falta de legislación para castigar a quienes dejaron en estas condiciones a los mineros.
Por otra parte, dijo que el Gobierno ha hecho lo posible dentro del marco legal, esto, considerando las acusaciones realizadas por los ex trabajadores.
-La iglesia está muy cerca de los mineros de Santa Ana, porque son los más débiles en esta situación a la que han sido arrastrados por empresarios que los abandonaron. Todo lo que está pasando es consecuencia de un hecho inaceptable. Un empresario no le paga a sus trabajadores, no le paga sus cotizaciones, transfiere la mina a un tercero y no le pasa absolutamente nada. Eso indigna mucho.
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-Siempre he estado, estoy y estaré en contacto con ellos. Hemos hablado por teléfono seguido y lo último que hice fue enviar una carta de apoyo a los legisladores para que los incluyan en el presupuesto del 2017. Me fue mal. Hemos hecho cuanto ha estado a nuestro alcance y saben que cuentan con nuestro apoyo. La parroquia de Curanilahue y el Arzobispado son su casa. Ellos lo saben y lo agradecen.
-En Chile lamentablemente la legislación es muy frágil y precaria para castigar efectivamente a quienes dañan a los trabajadores. Eso es muy doloroso e indignante. Para muchos todavía el trabajo es una mera mercancía que se transa en el mercado. Por ello acontecen estas situaciones que tanto mal hacen a los trabajadores y a sus familias y al país.
-Los gremios no se han pronunciado claramente condenado este tipo de prácticas. Hay prácticas que son inaceptables y pareciera ser que las posibilidades que ofrece el sistema legal chileno permite que las responsabilidades se diluyan. Los gremios no han dicho una palabra. Sería bueno que se pronunciaran.
-La mejor solución es que haya interés por parte de personas visionarias, que tienen como centro de la actividad empresarial a la persona, de hacer funcionar nuevamente la mina Santa Ana. Los trabajadores, a quienes conozco y aprecio, quieren trabajar, quieren llevar el pan a sus casas de manera honesta y darle un mejor futuro a sus familias. Esa zona es muy deprimida y exige un esfuerzo mayor por parte del Estado. Lamento las dificultades que han encontrado en la Banca y entre los legisladores. Creo que no conocen la zona ni el rol subsidiario que tiene que asumir el Estado en estas circunstancias. Este tema va más allá del gobierno de turno. Espero que se haga realidad el anhelo de los trabajadores de seguir trabajando en la mina. Debemos ir por ese camino. Creo que a eso se refería el alcalde.
-El gobierno ha hecho lo posible dentro de un marco legal complejo y un aparato estatal que por estructura sólo puede actuar conforme a lo que dicta la ley. Ello ha llevado a que hayan dineros no aprobados por la Contraloría que han hecho más difícil la situación.
-Hago lo que puedo dentro de mis posibilidades. Siempre le pido a Dios que como Iglesia nos haga estar junto al más débil, al que no tiene cómo defenderse. Lamentablemente no siempre los resultados son los que uno espera. Creo que en Chile falta una mirada más amplia de la realidad y pensar en un proyecto en común donde todos tengan espacio. El hecho que Chile sea el país más desigual de los miembros de la Ocde confirma lo que digo. En todos los casos en que he colaborado a que se haga justicia, en Europa o en Estados Unidos ante casos similares, varios estarían presos. Estafar al trabajador en Chile no tiene consecuencia alguna. Yo contra ello me rebelo. Quienes tienen posibilidad de generar empleo debiesen mirarlo como un gran regalo para hacer crecer el país y generar mayor justicia.
-En esa zona se da una contradicción muy grande que requiere un mayor análisis. Esa zona es rica en recursos humanos y en recursos naturales y está sumergida en la pobreza. Varias universidades llegaron a la zona y cuando vieron que no eran rentables se fueron. Ese es el tema de fondo. Cuando los habitantes de un país sólo tienen presente la rentabilidad económica por sobre el valor del bien común, se dan estas situaciones. La Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) realiza allí una labor notable de la que nos sentimos orgullosos.
Gentileza Diario el Sur.